Que si es machista, que si no, que si es condescendiente, que si es una exageración… ¿estamos buscándole 4 mangas al chaleco?
El problema no es la palabra, que de cursi y de boba tiene mucho -aceptémoslo-, el problema es el contexto, el trasfondo y, sobre todo, que hagamos lo posible por minimizar el tema como si no fuera importante.

A ver, pongamos las cosas en claro y entendamos. López Obrador puede decir “corazoncito”, “corazón”, ser todo lo cariñoso que él guste y mande en su casa y con su gente. Uno no anda por el mundo llamándole “corazoncito”, “mi amor” y tomándose demasiada confianza con todos nomás porque es el presidente. ¿O sí?
No nos hagamos tontos, las palabras excesivamente cariñosas también son una forma de esconder desprecio y enojo. Sirven para decir sin decir. ¿O ya se olvidaron del “mi amor” de Sofía Castro cuando le preguntaron sobre Ayotzinapa?
Pero ese no es el punto, el punto es el cómo y el porqué se está usando. Quienes lo increparon, para terminar siendo agraviadas con esa muestra de cariño sobreactuado no son sus sobrinas, sus hermanas, su esposa ni tampoco unas niñatas bobas que no merecen ser escuchadas o tomadas en cuenta -sorry, pero eso es lo que parece pensar el señor cuando las llama “corazoncito”-, se trata de dos personas en el ejercicio de su trabajo: informar y criticar, preguntar e indagar, porque son periodistas.
El punto no es criticar a López Obrador porque me cae gordo -la verdad me recuerda mucho a mi papá-. Es agresivo que te digan “corazón” o que te digan cualquier otra cosa cuando lo que buscan es ignorarte, nulificarte, hacerte a un lado. Así que disfrazar de cariño y condescendencia un acto que de por sí es un agravio -sí, es agraviante que te evadan para no dar declaraciones incómodas- no hace más que evidenciarlo. Porque de eso se trataba todo, AMLO quería zafarse de dar declaraciones claras y contundentes acerca de lo que su partido acababa de hacer en la cámara de senadores. AMLO estaba evitando dar declaraciones sobre un asunto que podría perjudicar su imagen y lo hizo de una forma machista e indignante. Disfrazó de condescendencia su enojo.

Efectivamente, el señor está en todo su derecho de no declarar, incluso sabiéndose presidente electo, si no era el momento adecuado para hacerlo, si no se sentía cómodo o seguro para hacerlo ahí mismo. Pero para serles francos, yo hubiera preferido ver al presidente de la cuarta transformación simplemente disculpándose y haciéndole ver a las reporteras que en otro momento hablaría del tema, cuando tuviera más información, cuando estuviera más seguro de lo que estaba pasando, ¿qué sé yo? Lo preferible, lo ideal, lo que se espera de un hombre que enarbola un cambio, una transformación, es que se diferenciara del común de los políticos al encarar la situación. Dista mucho de eso.
Y no, tampoco se trata de decir “¿ven?, teníamos razón” por parte de quienes no votaron por AMLO y siguen tomando como una afrenta personal su victoria. Se trata de tener sentido crítico y no perderlo porque ganó o perdió nuestro candidato, se trata de entender lo que no está bien a pesar de las circunstancias, sean o no personales, nos gusten o no, porque sólo el sentido crítico va a cambiar de fondo a nuestro país.
Sí, allá afuera siguen habiendo personas que no entienden que un vagón exclusivo para mujeres no es discriminatorio para los hombres, sino una vergüenza de la que ninguna podemos estar orgullosas -¿a quién puede hacerla sentir privilegiada que tengan que separarla de los hombres porque una nunca sabe cuándo la van a acosar sexualmente o a agredir?- Sí, allá afuera “acaban de encontrar” una fosa común con 168 cráneos de la que nadie sabía pero que hace años viene funcionando ante las narices y el uso de las propias autoridades. Y sí, seguimos idolatrando la figura presidencial y haciendo caso omiso de la importancia de ser críticos. Se nos olvida que el PRI no se hizo solo, sino que lo legitimó la falta de actitud crítica de la ciudadanía, que arraigó tanto y tan fuerte porque nos dejamos llevar por actitudes tan viscerales como escoger a un candidato por lo “guapo” que estaba. ¿Seguimos?

Así que dejemos de tomar tan personal algo que de entrada no lo es. Se necesita la crítica y se necesita que seamos contundentes ante lo que está bien y lo que no, porque este país es cada vez más y más terrorífico y eso no es menor, así que minimizar los actos del próximo presidente, por “inocuos” que parezcan no puede ser la vía para lograrlo. Coincido con Jesús Robles Maloof y su artículo sobre el tema Velasco – Morena. Necesitamos ser críticos y aguantar la crítica. “No le hacemos bien al país si justificamos lo injustificable. Decirles que si ellos no han madurado, nosotros sí.”
Las pasadas elecciones dimos un gran paso, uno enorme. No, no fue llevar a la presidencia a López Obrador y encumbrar a MORENA como el partido dominante. El gran logro fue decirle que no a años de corrupción, desfalco, desvergüenza, terrorismo de estado y cinismo dictatoriales. No lo echemos a perder.